Según apunta la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en su reciente informe Estado del Clima Global en 2018, los impactos del cambio climático (las señales físicas y los impactos socio económicos derivados) se están acelerando de forma preocupante. El aumento de global la temperatura del Planeta está siendo provocado por un incremento de las concentraciones de los llamados gases de efecto invernadero. Las concentraciones globales de CO2 (dióxido de carbono) en la atmósfera en los años 90 estaban en unas 350 ppm y no han dejado de aumentar año a año, alcanzando valores de 415 ppm en mayo de 2019. A pesar del notable crecimiento de las energías renovables en todo el mundo, no parece probable que esta tendencia pueda cambiar de forma rápida.
Las posibles medidas que como Sociedad podemos tomar para combatir contra el cambio climático se pueden dividir en dos grandes grupos: medidas de mitigación, las cuales implican acciones para reducir las emisiones de CO2 (y otros gases causantes del problema) y medidas de adaptación, las cuales implican acciones para reaccionar ante los cambios con la finalidad de que el impacto sobre las actividades humanas sea el mínimo posible.
En este contexto de aceleración de los impactos del cambio climático las medidas de adaptación se hacen más imprescindibles y por ello están tomando cada vez mayor relevancia en la agenda internacional. En este post nos vamos a centrar justamente en los aspectos relacionados con la adaptación al cambio climático y muy especialmente en los proyectos de inversión pública enfocados hacia la resiliencia climática que se financian con fondos internacionales.
Como respuesta a este enorme reto internacional, durante los últimos años las denominadas finanzas climáticas han experimentado un gran crecimiento. Se han creado grandes Fondos como el Green Climate Fund (GCF), el Global Environment Facility (GEF) y el Adaptation Fund (AF), los cuales canalizan la aportación de los países más desarrollados en un esfuerzo internacional liderado por las Naciones Unidas a través del Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC). Se calcula que antes de 2020 se deberían llegar a movilizar 100.000 millones de USD para proyectos relacionados con Mitigación y Adaptación al cambio climático, así como para la protección de los bosques y suelos (REDD+).
Existe un notable número de Bancos Multilaterales (WBG, BID, EBRD, ADB, AfDB, CAF, NDF, etc) que financian proyectos de desarrollo. Del mismo modo, existen instituciones internacionales (las propias agencias de Naciones Unidas como UNDP, UNIDO, UNEP, WFP, FAO, etc) o Agencias Bilaterales de cooperación (USAid, EuropeAid, GIZ, DFID, AECID, etc.) que también a través de donaciones nacionales también financian proyectos internacionales de desarrollo relacionados con aspectos de adaptación al cambio climático.
Todas estas instituciones, de forma gradual, han incorporado expertos ambientales capaces de estructurar proyectos y dar apoyo a los países receptores de estos fondos, que normalmente son países menos desarrollados y también más vulnerables ante los impactos del cambio climático. El papel de estos organismos impulsores del desarrollo es muy importante ya que además de financiar proyectos en forma de donación (caso de la cooperación bilateral) o mediante préstamos en condiciones financieras más ventajosas que las que ofrece la banca comercial, lo hacen además de una forma transparente, garantizando procesos de compra pública que aportan mayores garantías internacionales y fomentan la competitividad.
Desde nuestra experiencia siguiendo y ejecutando proyectos relacionados con la adaptación al cambio climático, queremos destacar algunos retos importantes que hemos detectado para que estos proyectos sean eficaces y tengan el resultado deseado:
Desde Meteosim, estamos comprometidos con el desarrollo de proyectos de adaptación al cambio climático aportando tanto nuestro rol como especialistas en clima y meteorología, como nuestras habilidades en desarrollo de capacitación y gestión de proyectos complejos. En los últimos cinco años hemos desarrollado proyectos relacionados con este ámbito en Centroamérica (Costa Rica, Nicaragua), Sudamérica (Colombia, Perú) y África (Mozambique y países costeros del Oeste de África). Y esto lo hemos logrado en ocasiones, como contratista principal, y también a menudo en colaboración con empresas complementarias con nuestra actividad más especializadas en la ingeniería ambiental o en las metodologías del análisis del riesgo climático.
Por otro lado, desde Meteosim también estamos contribuyendo a modernizar los servicios climáticos de otros países muy vulnerables ante los fenómenos meteorológicos, como es el caso de Bangladesh en el Sur de Asia, donde, por ejemplo, el reciente ciclón tropical Fani ha tenido mucho menor incidencia de lo que hubiera sido previsible por la eficiente respuesta de las agencias meteorológicas nacionales, tanto de la India como del propio Bangladesh, gracias a disponer de sistemas de pronóstico modernos y adecuadamente configurados.
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